Tao Te Ching
«Son ascetas, pero detestan las mortificaciones. "Son creyentes, pero poco les importan dioses, dogmas, morales y opiniones. Son místicos, pero nunca hubo plegarias y efusiones más frías que las suyas. Son, o al menos ellos no dudan serlo, los únicos y verdaderos amigos del hombre, pero se burlan de las buenas obras. Conocen, dicen, la verdadera forma de conducir al pueblo y sin embargo lanzan los más duros sarcasmos cuando oyen hablar de deber social. Han dado a China temibles cabecillas o jefes de secta, políticos llenos de tacto, sus dialécticos más sutiles, los filósofos más profundos y su mejor escritor. Sin embargo ellos estiman únicamente la modestia, la privación y la reserva. Nadie es sabio, insinúan, si deja una huella." Así describe Marcel Granet a los primeros filósofos taoístas, los que intentaron, con plena conciencia de ello, llevar una vida digna del Tao Te Ching.