El joven Frankenstein

Estaba escuchando mis propios pensamientos en la radio cuando de repente me di cuenta de que yo no tengo radio.

Inmediatamente comprendí que tampoco tengo pensamientos, y mucho menos propios.

En ese momento, la iluminación llegó como un tornado.

Así, la sirena que durante tanto tiempo me había hipnotizado con sus promesas, apareció en mis brazos.

¿Cómo pude caer en esa trampa, yo, el hijo del rayo?

 








Entradas populares