Nuevo rico
Me gustan los paseos románticos.
Una vez por semana, como mínimo, voy caminando al banco.
Me gusta saber que soy rico y que tengo la posibilidad de beneficiar a muchos.
Cuando no tenía dinero, lo único que hacía era sufrir y hablar mal de los políticos corruptos y las grandes corporaciones.
Un día me di cuenta de que así no ayudaba a nadie y mucho menos a mi mismo. Tuve un satori inspirado tanto por la envidia como por la falta de efectivo. Comprendí que la riqueza que existe en el universo es ilimitada y que yo no le cerraría las puertas de la abundancia a nadie si me volviera millonario.
En ese momento, comenzó una nueva búsqueda: cómo hacer para enriquecer.
Obviamente, no era ni el primero ni el último que tenía esa idea.
Lo que me diferenciaba de la mayor parte de las personas era que yo me había dado cuenta tarde.
En realidad, había otra diferencia.
Lo que me hacía distinto a la mayoría de las personas que sueñan con ser ricos es que yo me había comprometido a lograrlo y deseaba un nuevo concepto de riqueza.
Quería ser un verdadero nuevo rico. Uno que pudiera tener dinero y amor, vivir en abundancia y tener mucho tiempo libre, disfrutar de todo lo bueno que esta vida tiene para ofrecer y al mismo tiempo ayudar a la construcción de un mundo mejor, ser un maestro de prosperidad.
Para mi sorpresa, fue más fácil de lo que yo esperaba.
Poco tiempo después de leer La Ciencia de Volverse Rico, de Wallace D. Wattles, el libro que inspiró la película El Secreto, y hacer exactamente lo que decía, empecé a hacer las cosas en una Cierta Manera y el tao me fue revelado.
Estaba ciego pero ahora puedo ver...
Una vez por semana, como mínimo, voy caminando al banco.
Me gusta saber que soy rico y que tengo la posibilidad de beneficiar a muchos.
Cuando no tenía dinero, lo único que hacía era sufrir y hablar mal de los políticos corruptos y las grandes corporaciones.
Un día me di cuenta de que así no ayudaba a nadie y mucho menos a mi mismo. Tuve un satori inspirado tanto por la envidia como por la falta de efectivo. Comprendí que la riqueza que existe en el universo es ilimitada y que yo no le cerraría las puertas de la abundancia a nadie si me volviera millonario.
En ese momento, comenzó una nueva búsqueda: cómo hacer para enriquecer.
Obviamente, no era ni el primero ni el último que tenía esa idea.
Lo que me diferenciaba de la mayor parte de las personas era que yo me había dado cuenta tarde.
En realidad, había otra diferencia.
Lo que me hacía distinto a la mayoría de las personas que sueñan con ser ricos es que yo me había comprometido a lograrlo y deseaba un nuevo concepto de riqueza.
Quería ser un verdadero nuevo rico. Uno que pudiera tener dinero y amor, vivir en abundancia y tener mucho tiempo libre, disfrutar de todo lo bueno que esta vida tiene para ofrecer y al mismo tiempo ayudar a la construcción de un mundo mejor, ser un maestro de prosperidad.
Para mi sorpresa, fue más fácil de lo que yo esperaba.
Poco tiempo después de leer La Ciencia de Volverse Rico, de Wallace D. Wattles, el libro que inspiró la película El Secreto, y hacer exactamente lo que decía, empecé a hacer las cosas en una Cierta Manera y el tao me fue revelado.
Estaba ciego pero ahora puedo ver...