Bonsái

Mucho antes de que los científicos occidentales empezaran a especular con la posibilidad concreta de la manipulación genética, los orientales ya se interesaban por algunas prácticas destinadas a dirigir los procesos naturales según su propio antojo.

Una de ellas, inspirada tal vez en algún fenómeno casual observado en la naturaleza, es la costumbre de hacer crecer árboles grandes en recipientes pequeños.

"Bon" es bandeja, "Sai", cultivar.

"Bonsái", pues, es el arte de cultivar algo en una bandeja.

Claro que la gracia de esta disciplina es cultivar en un espacio reducido aquello que en la naturaleza ocupa uno grande. Cultivar lechugas en bandeja no se llama bonsái sino 近隣の栽培レタス, que quiere decir "el vecino cultiva lechuga".


Yo estoy convencido de que muchas artes y descubrimientos tienen su origen en el aburrimiento existencial que parece ser inherente a la condición humana.

Imaginemos una aldea japonesa, hace tres mil años.

El tema de la comida, más o menos resuelto. El orden social, para bien o para mal, establecido. El entretenimiento, mínimo.



La gente se levantaría preguntándose qué hacer, cómo encarar el día.

La respuesta sería: 再び.

En español: otra vez arroz.

Ahí, el genio del tedio, el mismísimo ángel del aburrimiento, susurraría en la mente de los aldeanos algunas ideas con las cuales salir por un momento de su propia condición insoportable.

"Puedes perfeccionar tu tiro con arco... de ese modo serás famoso en toda la región y podrás casarte con la hija del gobernador del Estado... dicen que es muy bella..."

"Si dominaras el arte de los ideogramas, hasta el emperador se interesaría por tu trabajo... podrías ser rico y poderoso..."

"Si pudieras hacer crecer un roble en una maceta, serías casi un mago... el mundo te admiraría..."

Sobrando el tiempo libre y siendo grande la necesidad de hacer algo para salir de la rutina del sushi y los atardeceres, nació el bonsái.


Más vale amar algo que existe que forzar los procesos naturales para que se adapten a las necesidades de tu amor.


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