Siesta

Dormir una siesta nos acerca a la posibilidad de vivir dos días en uno.

Volver a despertarse, el mismo día, renovado, es como tener una segunda oportunidad.

El sueño es reparador. Resetea la consciencia.

Al igual que en casi todas las áreas del acontecer humano, en lo relativo a estas escapadas oníricas diurnas también se recomienda la moderación.

Una siesta es tan estimulante como beneficiosa, cuarenta son una exageración.

Convertirían a una persona normal en una especie de zombi cabeceador que lo único que hace es buscar lugares en donde dormir.


La evolución natural de esta práctica que celebra el descanso, la entrega y la aceptación, es la siesta en pareja.

Cuando una pareja descansa al unísono, cuando decide elevarse al plano astral simultáneamente, la profundidad del sueño se multiplica exponencialmente.


En este caso también se recomienda la moderación para mantenerse a salvo de los dos peligros que acechan a los enamorados que deciden entregarse a los brazos de Morfeo en un mismo espacio:

1 - Falta de concentración. Si el tiempo del que disponen es escaso y lo emplean para acariciarse, es posible que abandonen el recinto de práctica más felices pero más cansados de lo que estaban al ingresar.

2 -  Ambición desmedida. Un grupo de personas, conscientes de que la siesta a dúo es curativa y placentera, deciden juntarse para dormir en grupo con la esperanza de multiplicar los beneficios. Todos sabemos lo difícil que es lidiar con uno mismo. Con la pareja, ni hablar. Imaginen cincuenta personas durmiendo la siesta. Ronquidos, charlas de insomnes, personas que van al baño. Un caos. Se pierde el objetivo.


Si tienes la oportunidad, ve a un lugar oscuro, silencioso, relájate en posición horizontal, en un espacio confortable, y entrégate a la maravillosa experiencia de la siesta.

Es raro encontrar a alguien que diga que se arrepiente de haber dormido una.

Entradas populares