San Valentín y los millonarios

Algunas personas confunden libertad con libertinaje, otras no saben diferenciar a Taylor Swift de Katy Perry, pero las que están más confundidas son aquellas que creen que ser millonario es un fin en sí mismo.

Es muy improbable que lleguen a acumular millones. No tienen es estímulo necesario para hacerlo.

Difícilmente alguien puede entusiasmarse con la idea de estar en una pieza llena de dinero.

Lo que puede hacer vibrar a un corazón es la idea de hacer algo divertido con ese dinero.

Esta sutil diferencia es uno de los primeros obstáculos que enfrenta aquel que se propone seriamente disponer de una fortuna para materializar sus más anheladas fantasías.

Lo primero que debemos entender es que el dinero es un bien de intercambio. Nadie lo obtiene sin haber dado algo a cambio.

Los herederos, de alguna manera, le han dado la posibilidad de verse perpetuados en una descendencia a las personas que de alguna forma acumularon la fortuna.

Los ladrones, arriesgaron su libertad y su vida para conseguirlo.


Los que lo ganaron en un juego de azar parecen haber sido bendecidos por la Divina Providencia, pero no tenemos que olvidar que su premio es apenas una parte de lo que recaudan las instituciones que organizan los sorteos y proviene del aporte de miles de personas que no han visto realizada su ilusión.

Lo segundo que tenemos que entender es que es el fruto de una cosecha. Con esto quiero decir que nadie cosecha sin haber sembrado.

Primero dar, luego recibir. Primero se pone la leña en la estufa, después nos da su calor.

Creo que ya captaste la idea.

Victor Cruz, un jugador de fútbol americano, millonario, lo dijo así: "yo nunca soñé con ser millonario. Yo soñé con ser jugador de fútbol americano."


Uno tiene que saber qué es lo que le gusta, qué es lo que realmente quiere hacer.

Uno tiene que descubrir cuál puede ser su mejor rol en esta vida, cómo puede ser más feliz, qué haría incluso si no existiera la posibilidad de ser millonario, cómo le gustaría pasar sus días.

Hoy se festeja el día de los enamorados.

Los enamorados festejan todos los días.

Naturalmente, combinar el amor y la abundancia, siempre que los acompañe la dosis justa de salud, es la receta del cóctel de la felicidad.

Si alguien nos ofreciera 10 millones de dólares a cambio de firmar un papel en el que nos comprometiéramos a no enamorarnos nunca más de nada ni de nadie, tendríamos que salir corriendo.

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