Ciberatletas

En algún momento tenía que pasar.

El espíritu competitivo estaba destinado a encontrarse con la tecnología para producir su hijo bastardo: el ciberatleta.

Así como los discos de vinilo son cosa de coleccionistas, y el CD ya es un formato incómodo para la mayoría de los jóvenes, pronto los jugadores de fútbol y las patinadoras artísticas serán cosa del pasado.

Llegó la hora de los ciberatletas.

Alejándose cada vez más de las costumbres y necesidades del cuerpo físico, estos neoguerreros se enfrentan en brutales batallas en las que el único riesgo que corren es el de contraer una tendinitis.

Sin embargo, sus torneos y competencias virtuales ya tienen más espectadores y fans que sus contrapartes físicas.


Como publicitar en ese medio es más fácil, ya cuentan con el apoyo de muchas empresas que entienden que las carreras de autos fosforescentes que se transforman en rinocerontes con escopetas son más baratas y producen mejores resultados comerciales que las costosas y anticuadas de Fórmula 1.

No pasará mucho tiempo antes de que un joven con anteojos, flaco y demacrado, se convierta en el ídolo de millones de personas en el mundo entero.

-Hoy juega Chester X. En vivo, a las 21 hs en Fox Sports Online. Juega contra Kantor Killer. La van a romper. Dicen que van a probar el Súper Mario Bros Plus Pro Deluxe 3, la versión nueva. Es increíble-, dirán los admiradores.

Las ex botineras empezarán a enamorarse de estos nuevos representantes del poder y, si bien tendrán un poco más de dificultad para justificar su amor en los medios de comunicación, se entregarán a romances que hasta hace poco eran  virtualmente imposibles.

Un niño dirá: "mamá, quiero una raqueta, quiero jugar al tenis como Del Potro."

"Pero amor," responderá su madre, "si ya te compramos la Play 400. Ahí tenés todo."


Los sociólogos de la Nueva Era pronostican un futuro espantoso.

La tecnología avanza de tal modo que los juegos 3D pronto se convertirán en 4D, y los ciberatletas empezarán a jugar con robots de protoplasma, comenzarán a colocar a sus atletas otra vez en rings y campos de juego, o de batalla.

Claro que serán más poderosos. Una trompada de un neoboxeador le arrancará la cabeza a su contrincante.

Y, naturalmente, viendo las posibilidades, pronto se encenderá otra de las grandes pasiones de la humanidad: aplicar cualquier conocimiento en el arte de la guerra.

Los ciberatletas serán entonces contratados para dirigir ejércitos de orcos metálicos y lanzar lluvias de misiles radioactivos.

Si llegamos a ese punto, pronto se van a destruir no sólo los servidores ocultos que mantienen esta fantasía andando, sino la mayor parte de la ilusiones de la población mundial, junto con sus pertenencias y cuerpos físicos.

Va a ser necesario empezar todo de nuevo.






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