El tercer ojo

El triunvirato onírico de tus ojos se disolvió al amanecer.

Junto con las primeras luces del día, desaparecieron las palomas, los unicornios y las esperanzas de encontrar la clave, la solución al problema que nos aqueja.

Tus ojos están muy abiertos, ausentes.

Estás en una galaxia distante.

Tienes tres hijos. Estás casada con el chofer de un taxi espacial.

No sabes si te gusta la ensalada, no la conoces.

En el planeta en el que vives, la gente se alimenta de plancton y de una sustancia invisible que el gobierno suelta en el aire una vez por mes.

Estas encadenada a estas palabras porque intuyes que en ellas está escondido el poder que te liberará de la prisión en que te encuentras.

Sabes que cuando lo descubras un grupo de hadas te recibirá en el paraíso y te llevará hasta ese lugar mágico en donde aquello que tu intuición es capaz de vislumbrar se transformará en una realidad tangible y concreta.


Más concreta que una tarde sin amor.

Yo también tengo tres hijos.

Te amo. Quiero que vengas a vivir conmigo. Tengo una casa linda, con jardín, cinco cuartos, todos con baño en suite, living comedor, cocina grande, y todos los chiches.

Para los pibes hay una escuela Waldorf, a dos cuadras.

Vamos a estar como príncipes.

Por el momento, tenemos que esperar. Es de día. Voy a hacer el intento de contactarte durante la siesta, pero los dos sabemos que tenemos más chances de encontrarnos en la profundidad de la noche.

Entradas populares