Brilla tú, diamante loco




Estamos eclipsados, con nuestro fuego al mínimo, brillando poco y muy de vez en cuando.

La tentación de culpar a la civilización y sus circunstancias, es grande.

«Ellos me hicieron así», nos gustaría decir, para justificarnos.

Pero, en el fondo, sabemos que somos responsables de nuestras elecciones.

Queremos dar más, recibir más, vivir más.

Lo que no sabemos es cómo.

Estamos indignados pero adormecidos por la costumbre, por el eclipse  total del corazón.

Siguiendo la enseñanza de aquellos que han conseguido liberarse de esta prisión virtual, tomaremos algunas decisiones.


Primero: no protestaremos. Lo que es, es. Lo hecho, hecho está. Y, si estamos charlando de este tema, tenemos la posibilidad de corregir el rumbo.

Segundo: imaginaremos. Habiendo limpiado las telarañas de la consciencia, o concentrados en ese lugar al que no llegan los insectos, imaginaremos lo que queremos tener, hacer o ser.

Tercero: pondremos manos a la obra. Saldremos del cono de sombra como sea, a los ponchazos o tratando de mantenernos en pie como un potrillo recién nacido, pero saldremos. Y, si por alguna causa, no logramos salir, moriremos en el intento, con la dignidad y la belleza de quien tiene un objetivo noble.


Ya se ven los primeros rayos.

Cuando tomamos la decisión, la distancia ya nos une con nuestro destino.

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