Hasta las manos

El compromiso debe ser total.

Así haya sido establecido otros o con uno mismo.

Una vez que se asume un compromiso, lo mejor que se puede hacer es cumplirlo.

Si no te tenés fe para cumplir con un acuerdo, podes usar otras expresiones: tengo ganas, me gustaría, si se dieran las condiciones, etc.

Sin poder comprometerme a afirmar que lo que voy a decir es cierto, me atrevo a sugerir que la expresión compromiso debe estar formada por «Con» y «Promesa».

Con la promesa de hacer algo, asumo un compromiso.

Vos podrás preguntarte qué tiene que ver todo esto con las manos.

Podrás preguntarte eso y mucho más, ya que gracias a Dios sos libre para preguntarte lo que quieras.

Yo también me lo preguntaba hasta hace apenas algunos instantes, cuando, después de haber vencido la inercia inicial del silencio, me conecté con la fuente de todo lo que existe y empecé a ver mis dedos desplazándose sobre el teclado con la decisión de un bandido que huye de la escena del crimen.

Ahí me comprometí, vi mis manos al servicio de la transmisión de un mensaje, trabajando como instrumentos de una voluntad superior.

Como de costumbre, me entregué a la experiencia.

Para mí, es un lujo estar presente cuando esto ocurre, poder ser un canal, un medio por el cual se expresa la energía.

Ahora estoy totalmente entregado.

En España dirían que estoy «hasta la médula». En Argentina, «hasta las manos». En Estados Unidos, «hasta la vista, baby».

Pensalo.

Un amigo llega a tu casa, toca el timbre con un dedo de su mano.

Un desconocido te da la mano.

Tu pareja te enjabona la espalda, con la mano.

Tenés un hermano.

Tenés algo en la mano.

Sos humano.



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