Control remoto

Controlar o no controlar, esa es la cuestión.

¿Somos títeres de un poder supremo o hacedores de nuestro propio destino?

¿Somos el alimento desbalanceado de alguna divinidad menor del universo o seres que tienen la posibilidad de convertirse en cometas o arcángeles?

En estas cosas pensaba mientras me lavaba los dientes y me vestía para salir de mi casa.

En el momento en que salí...

Nota: para quienes no han tenido aún el placer de conocerme y no saben nada de mí, es importante aclarar que vivo en el campo y me levanto a las cuatro de la mañana.

En el momento en que salí, decía, me maravillé al ver las estrellas. El aire era fresco y puro. El gallo —que me parece que tiene un problema de ansiedad— cantó.

Con esto quiero decir que en el momento que salí me di cuenta de que yo no había hecho nada para que estas cosas sucedieran, y sin embargo estaban ahí.

Y lo más importante era que en realidad no me importaba si yo había hecho algo o no, si controlaba la situación o era controlado por ella.

Estar ahí, respirando, era suficiente motivo para sentirme bien.




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