La Cheta de Nordelta

Mi amiga María está horrorizada porque en Buenos Aires quieren organizar una mateada de protesta en frente a la casa de la Cheta de Nordelta y muy pocos se interesan en combatir las medidas económicas, sociales y laborales que van a afectar su vida de manera mucho más concreta.

Su reflexión, publicada en Facebook, me hizo acordar a la canción de Cyndi Lauper "Las chicas sólo quieren divertirse".


Pero no sólo por las chicas. Por todos.


La cultura en general está orientada hacia la diversión, parece que no hubiera nada mejor que hacer.


Imaginando ese evento surrealista, me di cuenta de que los eventuales participantes de esa jornada matera serían personas que quieren divertirse.


Sería muy improbable que estuvieran allí los que tienen que tomar dos colectivos para ir a trabajar por un salario miserable.


Nota: También es cierto que muchos de los que toman dos colectivos para ir a trabajar por un salario miserable votaron por Mauricio con la esperanza de mejorar su situación.


Si pensamos un poco, dejando por un momento de enfocarnos en ese aspecto coyuntural que es la presidencia de uno u otro de los posibles candidatos, nos daremos cuenta de que hay tres pilares fundamentales sobre los que se basa la industria del entretenimiento:


Las risas: en donde desde mi punto de vista brutal están incluidas todas las posibles emociones que puedan ser transmitidas por pantallas o representaciones en vivo.




Los deportes: en donde se le brinda a las personas la posibilidad de experimentar los horrores y emociones de la guerra de una manera en la que todavía pueden convivir con sus fantasías de evolución espiritual y moral.





La muerte: esa compañera inseparable de la vida que por ser aparentemente más misteriosa que ella tiene un lugar de privilegio en los medios de comunicación masivos.




Con esos tres elementos, la tendencia natural de la mente humana al peregrinaje sin rumbo se ve potencializada y encuentra un marco en donde expresar sus pensamientos más audaces.


Yo no voy a ir a la mateada por dos razones:


1 - Estoy muy lejos. Me costaría una fortuna.

2 - Veo en la Cheta del Nordelta reflejos de mis propias miserias. Yo iría a darle un abrazo, a pedirle perdón, a darle mi apoyo y a decirle que aunque se haya convertido en un monstruo todavía tiene posibilidades de redención.



* * *

Hace algunos años yo vivía en la calle Suipacha al 700.


Una noche de invierno, tomé coraje y salí de la madriguera en que me alojaba para comprar una bandeja de canelones y una botella de vino.


En el trayecto a la rotisería vi a cinco personas que dormían en la calle tapadas con cajas de cartón.


Cuando volví y me senté a comer me di cuenta de que me había convertido en un miserable capaz de disfrutar tranquilamente de una comida, un colchón y un sistema de calefacción, mientras otros de su misma especie están a pocos metros congelándose sobre una vereda durísima.


A mí me gusta pensar que yo no duermo tan profundamente como la Cheta de Nordelta, pero creo que mi única ventaja sobre ella es que yo todavía dudo de mi propio nivel de despertar.





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