Campeones del mundo



Domingo. 15 GMT. Estadio Olímpico Luzhnikí de Moscú. Final de la Copa Mundial de la FIFA 2018.

En el momento en que está por pitar el árbitro, aparece una nave espacial que cubre todo el estadio.

Se escucha una voz que dice: —Buenas tardes, señoras y señores. Como podrán imaginar, somos extraterrestres. Tenemos poco tiempo, varias cosas que comunicar y mucho por hacer. Para conocernos un poco antes de entrar en tema, les proponemos jugar un partido de fútbol. Si están de acuerdo, enviamos una nave pequeña con nuestros representantes y empezamos —.

El público está como hipnotizado, las personas no saben si tener miedo o entusiasmarse.

Pasados tres minutos, se escucha por los altoparlantes la voz de Vladímir Putin, máxima autoridad presente en el estadio:

—Estimados amigos del espacio, dadas las circunstancias excepcionales de su visita, decidimos alterar nuestro programa y aceptar su propuesta. Los técnicos decidirán la formación de nuestro equipo.

—Con mucho gusto. Tomaron la decisión correcta —responden los extraterrestres. Queremos que sepan que este encuentro está siendo transmitido a todas las pantallas existentes sobre el planeta, con traducción simultánea personalizada para cada espectador. Las imágenes, naturalmente, también están siendo transmitidas en los principales noticiarios del nuestro.

Establecido con éxito el primer contacto, los espectadores se sienten testigos de un momento histórico.

Con el único sonido de fondo de las cámaras de fotos, aterriza un disco volador del tamaño del círculo central de la cancha. Descienden once seres pequeños, plateados, con forma de torso humano. Parecen levitar a poca distancia del suelo. Uno de ellos toma la palabra:

—Ya que nuestra tecnología y capacidades son mucho más avanzadas que las terrestres, si ustedes aceptan, vamos a jugar sólo con el arquero que cumplirá también los demás roles.

—Sí, sí... como ustedes prefieran... —se anima a decir Putin, convertido de repente en vocero de la humanidad.

Nota del cronista: para no extenderme demasiado describiendo todos los detalles de esta singular epopeya —lo que convertiría este relato breve en un libro cuya extensión no me atrevo a imaginar—, iremos sin más trámite al momento en que comenzó el partido.

Un combinado de los dos equipos, encabezado por Kylian Mbappe, Antoine GriezmannLuka Modric e Ivan Rakitic, avanza con decisión hacia el arco en donde se encuentra el jugador extraterrestre que, habiendo tomado forma humana, se encuentra recostado contra el palo izquierdo, mirándose las uñas.

Al llegar al área chica, Mbappe hace un amague y le entrega el balón a Modric que rápidamente mete un derechazo con suficiente violencia como para romperle la red al visitante alienígena.

Para sorpresa de todos, el arquero jugador extiende su brazo elástico a la velocidad de la luz y detiene la pelota en la línea.

—Bueno, muchachos... ahora me toca a mi... por favor, retírense del área...— se le escucha decir, ante la mirada sorprendida de los jugadores y del público presente que no sabe si aplaudir o prepararse para lo que parece una derrota inminente de la especie.

Coloca la pelota en el suelo y patea sin tomar carrera. El esférico cruza el campo y está por caer en las manos del arquero terrícola cuando algo lo desvía y se anida en el fondo del arco.

Mientras las cámaras, dirigidas ya por las fuerzas visitantes, muestran la repetición de la jugada, los jugadores se plantean si deben abandonar el partido o intentar otra estrategia.

Con la poca dignidad que les queda, los delanteros deciden intentar una vez más.

En cuanto mueven el balón para avanzar, la pelota aparece nuevamente en la red de los terrícolas.

En ese momento, el extraterrestre crece hasta una estatura de aproximadamente 25 metros y toma la palabra:

—Bueno, creo que para muestra basta un botón. Se habrán dado cuenta de que no tienen ni chance. Aunque pusieran los dos equipos juntos, me aburro de ganarles. Creo que llegó la hora de charlar de lo que hay que charlar... —se le escucha decir, sin necesidad de amplificación.

 Ya no se escucha ni el sonido de las cámaras. El silencio es mundial.

—Muchas civilizaciones avanzadas de la galaxia están sorprendidas al ver que ustedes, con un desarrollo tan precario en ciencia y tecnología, se están convirtiendo en una amenaza cósmica. Fuimos enviados por una comisión interplanetaria para ayudarlos a poner las cosas en orden. Como primera medida, cuando entramos a la atmósfera, nos tomamos la libertad de recomponer la capa de ozono y transformar todos los gases que producen el efecto invernadero en oxígeno de alta pureza... —agregó el alienígena.

El estadio se llenó de aplausos y gritos de alegría.

—El asunto es que si los dejamos seguir en esta dirección, van a destruir la Tierra... y con la Tierra cae el Sistema Solar, la Galaxia, etc. Eso no lo vamos a permitir. Por suerte, contamos con una tecnología muy avanzada que nos posibilita, por ejemplo, limpiar los ríos y océanos en 24 horas. Lo vamos a hacer. Vamos a transformar todos los basureros en compost y les vamos a dejar máquinas y productos para que en el futuro puedan hacerlo ustedes mismos. (La gente aplaude, de pie). Por favor, esperen que esto recién empieza. Los combustibles fósiles dejarán de ser usados. Si bien ya les quedaba poco, a partir de hoy vamos a transformar todos sus artefactos de manera que puedan funcionar con energías gratuitas y renovables. El dinero ya no será necesario. Todos tendrán todo lo que quieran sin tener que trabajar para conseguirlo. (La gente se abraza, las parejas se besan... alguien dice «yo te dije que algo bueno iba a pasar»). Todas las edificaciones de la Tierra serán reconstruidas. Esto nos va a demorar aproximadamente una semana. Les pedimos por favor que tengan paciencia. Habrá casas con tecnología de última generación para todos los habitantes del planeta... Aquí me gustaría decir que esto va a ocurrir independientemente de su merecimiento, pero la verdad es que no es tan así. De modo que aprovecho la ocasión para anunciarles una parte del plan que no es tan fácil de digerir... (Silencio total)... Vimos que son aproximadamente 7.000 millones de habitantes... y, haciendo un análisis de aura de cada uno, constatamos que unos 4.000 millones tienen una que va de gris oscuro a negro... eso, lamentablemente, en el Nuevo Orden, es inadmisible... con esto quiero decir que esas personas serán eliminadas... sin dolor, claro...

Nota del cronista: si bien todos nos consideramos esencialmente buenos, ante la inminencia de una prueba inmediata y concreta como la que se propone aquí, podemos recordar momentos en donde no actuamos de la mejor manera posible y, al no poder ver el aura, no saber si el peso de la justicia extraterrestre caerá sobre nosotros. Con esto quiero decir que la algarabía del estadio rápidamente se transformó en pánico y mucha gente quería salir corriendo. Algunos pedían ayuda a los militares, otros rezaban.

—Por favor, calma —continuó el extraterrestre. —Esa parte del plan es indiscutible y se realizará en un instante, así que, por favor, les recomendamos que se queden tranquilos, independientemente de cuál sea su destino. Si empiezan a gritar como locos, no puedo decir lo que tengo que decir y me obligan a paralizarlos. Por favor, ya casi termino. La última parte del plan, ya que una vez restablecido el orden la mayoría de nosotros volveremos a nuestro planeta, se compone de dos estrategias: la primera, es dejar aquí a un grupo de voluntarios que formarán un gobierno mundial que los dirigirá durante siete años hasta que los nuevos humanos transgénicos puedan tomar el control. La segunda -y los más perspicaces ya la habrán intuido-, es fecundar medio millón de hembras humanas que darán nacimiento a una nueva raza de mutantes con capacidades extraordinarias —concluyó.

—A mi nena no la toquen —gritó un padre, dispuesto a defender el honor de su hija hasta las últimas consecuencias.

—Callate, papá —gritó su hija, tal vez para hacerle entender que no había escapatoria, tal vez entusiasmada con la posibilidad de ser fecundada por un extraterrestre.

—El cambio comienza ahora— dijo el alienígena. —Paz, amor y risa para todos —concluyó.





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