Funk me, baby!

Hacía tiempo que no entraba a la caverna.

Pensaba que me había oxidado, que mi antena satelital se había derretido.

Tenía miedo de que mis neuronas ya no pudieran cumplir con sus funciones por haberse disuelto en esa sopa pegajosa que es la realidad cuando el amor no le da sentido a todo.

Pero, bien, el asunto es que acá estoy de nuevo, con mis emociones al día.

Funk me, baby! Funk me harder!

Te aviso que voy a mover mi cursor hasta el lugar en donde estás pero sin desplazarme ni un milímetro.

No estoy dispuesto a negociar con terroristas.

Tinder, Happn¿qué más da? 

Voy a hacer lo que sea necesario para encontrarte. 


Eso sí, sin desplazarme. 


Gracias a ese maestro paciente y brutal que es el tiempo, aprendí que permanecer centrado es esencial cuando uno intenta materializar un deseo o liberarse de las redes de la ilusión.


Y estoy dispuesto a amarte sin piedad ni misericordia, claro. 


No sólo porque estoy dispuesto sino porque no puedo hacer otra cosa.


Soy un camaleón. 
Estoy aquí y ahora con todo lo que tengo. 

Si un ninja confundido me cortara la cabeza con su espada inoxidable, moriría feliz, como un guerrero. 


Pero mejor no pensemos en eso, pensemos en encontrarnos y amarnos como si no hubiera más en el mundo.  





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