Te presento a mi señora

Me encontré con Luis en la calle Florida.

Hacía años que no nos veíamos. Nos reconocimos de casualidad.

El tiempo pasa y cada día se hace más difícil reconocer a un ex compañero de colegio en una peatonal superpoblada.

Después de un intercambio prudente de risas y saludos, decidimos ir a tomar un café.

Si bien nuestro repertorio de temas de actualización era variado, no tardamos mucho en preguntarnos por nuestras vidas románticas y sexuales.

Yo le conté mis aventuras, él me contó las suyas.

Hasta ahí, todo normal.

De repente, con un gesto que demostró que estaba dispuesto a revitalizar nuestra olvidada confianza histórica, sacó su billetera y dijo que tenía que contarme algo muy importante.

—Ale, para mí vos sos como un hermano. Hace mucho que no nos vemos, pero yo sé que vos me vas a entender. Esto no se le conté a nadie... Vos viste cómo son las cosas, te gusta una chica, te enamorás, estás en el cielo, empiezan los problemas, no aguantás más, te separás y quedás a la miseria hasta que empezás de nuevo. Si no tenés un matrimonio tradicional, eso te pasa muchas veces, hasta que empezás a coger cada vez menos. En el 2015, me deprimí. Fui al psicólogo. Al pedo. Lo mio no era estructural, era funcional...

Yo iba asintiendo con la cabeza y haciendo gestos de aprobación porque no tenía nada para decir y él no necesitaba que yo dijera nada para continuar con su discurso.

—Lo que yo quería era garchar. Garchar con una mina que me gustara, como las de las películas porno. En nuestra época estaban las películas en video. ¿Te acordás de Ginger Lynn? Qué fuerte que estaba... Ahora está Internet. El asunto es que un día se me prendió la lamparita. Se me ocurrió que otras personas podrían tener problemas parecidos a los míos y que no sería raro que la tecnología les ofreciera una solución. Bueno, descubrí que tenía razón. Descubrí que había varias empresas trabajando en eso. Si bien los costos eran más altos de lo que yo suponía, me alegré al saber que la ciencia no sólo se interesa en la fabricación de armas de destrucción masiva. Para hacértela corta, resolví el tema de la pareja... Te presento a mi señora.

Ahí me mostró la foto que ilustra esta publicación y otras de un catálogo que tenía en su mochila porque de tan feliz que estaba se había convertido en representante de la marca que había fabricado a su señora.

—Ya estamos trabajando con inteligencia artificial y realidad virtual. Te digo que es lo más parecido a la felicidad. Es siempre sí, cuando vos querés... y no te rompe las pelotas. Si estás soltero, te recomiendo de corazón que hagas la inversión. Te aseguro que no te vas a arrepentir.

Pensé en hacer algunos comentarios, pero me contuve. Entendí que sería como intentar convencer a alguien de que cambiara de religión. 

Pedí la cuenta.

Le dije que había sido muy bueno encontrarlo y que iba a pensar en el tema de tener una esposa de silicona.

Fue una mentira piadosa. 

Para mi fue siempre magia o nada.


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