Perspectiva
Con la esperanza de hacernos sentir bien, algunos oradores de la Nueva Era nos recuerdan que mucho antes de tener manos y piernas ya habíamos ganado una carrera en la que nos jugamos la vida contra 250 millones de espermatozoides.
Es posible que eso sea cierto, pero desde un punto de vista holístico esa victoria es un desastre.
Nosotros ganamos, sí, pero 249.999.999 perdieron.
Y no sólo que perdieron, sino que perder esa carrera les costó la única esperanza que tenían de vivir.
Si alguien se alegra por ese triunfo, demuestra ser un insensible.
Dicen que cuando Buda llegó al cielo, los que ya estaban ahí organizaron una gran fiesta porque estaban a punto de darle la bienvenida a un santo.
No quiero extenderme demasiado imaginando si en la fiesta habría palmitos y champagne, o apenas algunos músicos tocando arpas y muchas personas sonrientes vestidas de blanco.
El asunto es que según cuenta la leyenda todos esperaban a Buda con mucha alegría, pero, para su sorpresa, El Iluminado se negó a entrar.
Dijo: "hasta que no entre el último de mis hermanos, me quedo en la puerta, del lado de afuera. No creo que tengamos ningún derecho a celebrar mientras millones están sufriendo como condenados".
Los más radicales deben haberle dedicado, al menos en pensamiento, los adjetivos más duros que se puedan imaginar en el cielo: aguafiestas, presumido, raro, pecho frío, etc.
Alguno, más comprensivo, debe haber pensado: "es posible que algo de razón tenga, pero yo no soy tan evolucionado... A mí me encanta el paraíso. La verdad es que tenemos de todo. Si nos quejamos, nos quejamos de llenos. Con todo respeto, yo no voy a salir para hacerle compañía a un inconformista, por más iluminado que sea."
Si bien estoy de acuerdo con la idea de que es mejor concentrarse en los aspectos positivos que en los negativos, o que si no es mejor por lo menos hace la vida más llevadera, creo que tampoco es cuestión de exagerar.
Por otro lado, para aquellos pesimistas que piensan que si para que uno gane es necesario que tantos pierdan, nada tiene sentido, diré lo siguiente: La única manera sensata de vivir es actuar como si uno fuera a ganar, como si uno fuera el espermatozoide que va a fecundar el óvulo, y como si esa fecundación fuera algo maravilloso.
Quien dice "como las posibilidades de fecundar son mínimas, mejor ni corro, me quedo piola y dejo que me lleve la corriente", no entiende lo esencial del juego de la vida.
Además, se niega de antemano hasta la infinitesimal posibilidad de ganar que tenía.
Si existe una fuerza universal creadora, y tiene un propósito, es evidente que los millones de "perdedores" deben tener un rol fundamental para mantener en marcha toda esta payasada.
Si no existe, todo hace suponer que estamos en el horno.
Así que no te apenes por ser un perdedor (o una perdedora).
Alegrate porque tenés una oportunidad de competir en la gran carrera que no lleva a ninguna parte, pero en la que se te permite ser feliz mientras dura.
Es posible que eso sea cierto, pero desde un punto de vista holístico esa victoria es un desastre.
Nosotros ganamos, sí, pero 249.999.999 perdieron.
Y no sólo que perdieron, sino que perder esa carrera les costó la única esperanza que tenían de vivir.
Si alguien se alegra por ese triunfo, demuestra ser un insensible.
Dicen que cuando Buda llegó al cielo, los que ya estaban ahí organizaron una gran fiesta porque estaban a punto de darle la bienvenida a un santo.
No quiero extenderme demasiado imaginando si en la fiesta habría palmitos y champagne, o apenas algunos músicos tocando arpas y muchas personas sonrientes vestidas de blanco.
El asunto es que según cuenta la leyenda todos esperaban a Buda con mucha alegría, pero, para su sorpresa, El Iluminado se negó a entrar.
Dijo: "hasta que no entre el último de mis hermanos, me quedo en la puerta, del lado de afuera. No creo que tengamos ningún derecho a celebrar mientras millones están sufriendo como condenados".
Los más radicales deben haberle dedicado, al menos en pensamiento, los adjetivos más duros que se puedan imaginar en el cielo: aguafiestas, presumido, raro, pecho frío, etc.
Alguno, más comprensivo, debe haber pensado: "es posible que algo de razón tenga, pero yo no soy tan evolucionado... A mí me encanta el paraíso. La verdad es que tenemos de todo. Si nos quejamos, nos quejamos de llenos. Con todo respeto, yo no voy a salir para hacerle compañía a un inconformista, por más iluminado que sea."
Si bien estoy de acuerdo con la idea de que es mejor concentrarse en los aspectos positivos que en los negativos, o que si no es mejor por lo menos hace la vida más llevadera, creo que tampoco es cuestión de exagerar.
Por otro lado, para aquellos pesimistas que piensan que si para que uno gane es necesario que tantos pierdan, nada tiene sentido, diré lo siguiente: La única manera sensata de vivir es actuar como si uno fuera a ganar, como si uno fuera el espermatozoide que va a fecundar el óvulo, y como si esa fecundación fuera algo maravilloso.
Quien dice "como las posibilidades de fecundar son mínimas, mejor ni corro, me quedo piola y dejo que me lleve la corriente", no entiende lo esencial del juego de la vida.
Además, se niega de antemano hasta la infinitesimal posibilidad de ganar que tenía.
Si existe una fuerza universal creadora, y tiene un propósito, es evidente que los millones de "perdedores" deben tener un rol fundamental para mantener en marcha toda esta payasada.
Si no existe, todo hace suponer que estamos en el horno.
Así que no te apenes por ser un perdedor (o una perdedora).
Alegrate porque tenés una oportunidad de competir en la gran carrera que no lleva a ninguna parte, pero en la que se te permite ser feliz mientras dura.
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