Anestesia general

El enemigo es el vecino, el pariente, el amigo.

Estamos como Arjuna.

O peor: Krishna podría ser un portador asintomático y tendrían que estar todos con barbijo.

Nota: Si esta imagen -que pone de manifiesto tanto mi audaz ignorancia en vastas áreas del conocimiento como mi conocimiento superficial del Bhagavad Gita- no te dice nada, buscá el diálogo de los dos en Google. No tiene desperdicio.

Entrando en el tema de la anestesia, la verdad es que no creo que estemos más anestesiados que antes. Me atrevo a pensar hasta que estamos menos: estamos despertando.

Cuando las cosas no se presentan como nos gustaría que se presentaran, tenemos no solo la oportunidad de poder reflexionar sobre la realidad sino que nos vemos casi obligados a hacerlo.

Y, si somos honestos, tenemos que aceptar que funcionamos mejor bajo presión.

La realidad es que hasta que el agua no nos llegue al cuello, no vamos a tener una actitud proactiva y concreta con respecto a la necesidad de hacer ajustes para evitar el cambio climático.

Así con todo.

Las personas que practican la medicina preventiva, en todas o algunas de las áreas de su vida, son una minoría.

La mayoría espera hasta último momento.

En cuanto al virus, bueno, estamos hasta las manos. Ya está ahí y se va multiplicando como puede.

Lo mejor que podemos hacer es minimizar el contacto físico con otras personas, usar máscara, lavarnos las manos, adoptar una dieta alcalina, tomar sol y mantener una actitud mental positiva.

O sea, cuidarnos y mantener nuestro sistema inmunológico lo más fuerte posible, para que en caso de contagio seamos más capaces de defendernos.

En cuanto a las eventuales y fundamentales diferencias entre la anestesia general y el Nirvana,
preferiría por hoy no decir nada.

Es un tema ambicioso y todavía no desayuné.

Lamentablemente, a la hora de la verdad, mi dolor de muelas es más urgente que cualquier desastre que no me afecte tan directamente.

Queridas y queridos:
tengo que confesar que no era tan grande mi deseo de escribir algo como de saludarlos. También quería compartir las fotos del Chino Leiva que ilustran estas palabras. Es un gran fotógrafo que vive en Bariloche, Río Negro, Argentina.







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