Cambio y fuera

En el mundo de los radioaficionados que no sé si todavía existe, pero en el caso de que sí, no sería raro que con el Covid 19 haya ganado un nuevo impulso, se acostumbra decir "cambio" cuando uno termina de hablar para que el otro sepa que es su turno de responder.

Antes de que existieran las computadoras y los teléfonos celulares, ser radioaficionado era un pasatiempo bastante común y muchas veces era más que un pasatiempo ya que facilitaba la comunicación en casos en donde no había líneas de teléfono.

El hecho de tener que decir "cambio" cuando uno terminaba de hablar tenía muchos beneficios.

Primero, se establecía casi automáticamente una conversación en donde uno primero escuchaba y después respondía.

Claro que uno, al igual que hoy, en vez de escuchar con atención, uno podía escuchar pensando lo que iba a responder, pero la etiqueta del sistema, por su propia naturaleza, orientaba el intercambio hacia una comunicación real.

Segundo, uno trataba de expresarse de forma concreta y breve. Al no poder ver el rostro del interlocutor, el intercambio ocurría sólo en el nivel de la palabra.

La situación implicaba un respeto, había un código de honor entre los radioaficionados.

Eso sí, el intercambio de insultos se veía privado de toda emoción.

—Váyase a la concha de su hermana. Cambio.
—Y usted váyase a la reputa madre que lo parió. Cambio
—No se meta con mi madre que lo voy a cagar a trompadas. Cambio
—Hubiera empezado usted por respetar a mi hermana... y... y yo lo cagaría a trompadas a usted, pero el pasaje está carísimo... además... estoy con el pasaporte vencido. Cambio

Imposible.

La puteada, para que sea efectiva, tiene que ser en vivo y en directo. Tiene que tener una carga emocional.

En el caso de la escritura pasa algo parecido.

Uno podría desahogarse escribiendo cinco páginas de insultos, pero serían todavía más cansadoras que al ser pronunciados en vivo. 

En vivo uno le ve la cara al otro, hay tonos, pausas, movimientos, amenazas físicas... es más completo.

La palabra escrita, así como tener que decir "cambio" después de cada locución, le da solemnidad al mensaje pero le quita peso al insulto.

Antes de retirarme, quiero decir que el Covid 19 me parece un insulto a la humanidad. No sólo por la enfermedad y la muerte, sino también por la ceremonia de barbijos y distanciamiento social.

Mientras dos perros que no se conocen en cuanto se encuentran se ladran, mueven la cola, se huelen las partes sexuales, etc, nosotros nos cruzamos a la otra vereda cada vez que vemos a un vecino en la calle, tenemos miedo de ir a visitar a nuestras parejas y parientes, nos lavamos las manos y nos ponemos alcohol después de haber tocado cualquier cosa.

Esta pandemia nos está convirtiendo en monstruos.

Cambio y fuera.




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