Más sutil que el cuerpo astral de la gelatina sin sabor
—Sí, sí, claro...—, respondí.
—Eso después lo borra...
—¿Qué cosa?
—Lo de "siéntese y escriba". Eso es entre nosotros. Lo que usted tiene que escribir es lo que viene ahora...
—Si, obvio, después lo borro.
—Bórrelo ahora, querido. Lo que quiero decir es que eso no importa, que no tiene nada que ver...
—¿En qué quedamos, lo borro ahora o lo borro después?—, pregunté.
—¿Usted es pelotudo o se hace?—, preguntó el ser celestial.
—¿Perdón? Escúcheme una cosa... usted aparece a las tres de la mañana para pedirme que escriba, sin decirme ni buenas noches... bastante que me levanto y prendo la computadora... cualquier persona normal lo hubiera mandado a la mierda... o se hubiera dado vuelta y seguido durmiendo... si tiene algo para decir, le sugiero que sea más respetuoso...
—Se ve que a usted le sobran los seres celestiales que quieren transmitir mensajes...
—Mire, acá no se trata de si me faltan o me sobran... el asunto es que usted es bastante maleducado...
—Por lo que había escuchado, lo hacía más hombrecito...
—Ah ¿sí? fíjese qué cosa... yo a ustedes los hacía más celestiales.. No seré gran cosa, pero soy todo lo hombrecito que se necesita ser para ser tratado con un poco más de respeto... además, si el mensaje que tiene que transmitir fuera tan importante, en vez de mandarlo a usted, que es un maleducado y un desagradecido, hubieran mandado a una sueca en malla y yo escribía cuatro horas sin parar...
—Ok... ok... disculpemé... parece que empezamos con el pie izquierdo... la verdad es que ando durmiendo mal... mucho laburo... estoy un poco estresado... aquello de todo el mundo tocando el arpa en una nube es cosa del pasado... ahora estamos todos tratando de llegar a fin de mes.. imaginesé..
—No, por favor, eso no me lo quiero imaginar...—, dije.
—Sí, tiene razón, ¿para qué hacerse mala sangre?
—Es lo que digo siempre...
—Bueno, ahora que estamos en paz, ¿puede escribir?
—Sí, claro... a mí me gusta escribir... lo que pasa es que yo también ando más o menos..
—Sí, lo entiendo... bueno, ¿vamos a lo nuestro?... lo anterior, por favor, bórrelo todo—, dijo el ser celestial.
—¿Qué cosa?
—Querido.. lo que charlamos hasta ahora... empiece directo con el mensaje... como si fuera una cosa celestial que le llega de sorpresa... así después puede decir "me desperté en el medio de la noche y una voz me dictó estas palabras...". A la gente le va a encantar... se va a vender como pan caliente...
—Con todo respeto, usted será el ángel, pero el escritor soy yo... no todos los días tengo la oportunidad de tener una conversación con un ser celestial... esto no me lo pierdo... yo escribo hasta la última coma...
—No, por favor... que después no sabe las cosas que me dicen...
—Si el mensaje es importante, una pequeña introducción no lo va a desmerecer...—, dije.
—Ah ¿no? Imaginesé los Diez Mandamientos con una introducción como esta... antes era otra cosa... cuando aparecía un ser celestial, aunque tuvieran que escribir en una piedra, a los escritores ni se les ocurría cuestionar la autoridad... agarraban el cincel y le daban para adelante sin decir ni mu...
—Bueno, pero usted vio cómo cambió todo... ahora está todo más tipo derechos humanos, lenguaje inclusivo, y esas cosas... hay que andar con cuidado... respetar para ser respetado... yo lo veo como una evolución... ¿Por qué no decimos "preparados, listos, YA" y usted empieza? Yo estoy listo...
—Porque ahora ya ni me acuerdo lo que tenía que decir...—, dijo el ser celestial.
—Bueno, entonces, se ve que tan importante no sería...
—No, sí, era súper importante... era algo de la gelatina sin sabor... algo tipo espiritual...
—Mire, no se haga drama... cuando se acuerde, viene de nuevo... Si puede ser un poquito más tarde, tipo siete, siete y media, mejor... Dice "buen día", materializa un desayuno, y yo ya más prevenido escribo desde el momento en que usted me hace una seña... ¿qué me dice?
—Lamentablemente, no me queda otra que aceptar... pero eso sí, esto no se lo firmo ni en pedo... digo que vine y que usted estaba durmiendo como un tronco, que no hubo forma de despertarlo...
—Y, bué... Los dos vamos a tener que ceder un poco... no queda otra... por favor, no lo tome a mal, me gustó conversar con usted, pero si la próxima me pueden mandar una sueca le aseguro que en dos horas está de vuelta con el mensaje escrito y una sonrisa en el rostro.
—Voy a ver qué puedo hacer...
—Gracias..
—Gracias a usted...
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