Pescar en el jacuzzi

Hay quienes llegan a la meditación buscando relajarse o disminuir su presión arterial.

Convencidos por la enorme cantidad de testimonios que la recomiendan, aceptan invertir algunos minutos de su día en una actividad que esperan les permita obtener algún tipo de  beneficio.

Hay otros y otras que se sientan a meditar porque, ya sea por prueba y error, o por simple aburrimiento, se dieron cuenta de que hay algo en las promesas de la civilización que no los satisface y quieren hacer algo para cambiar.

A este segundo grupo se dirigen estas palabras.

"Pescar en el jacuzzi" es una forma occidental de decir "shikantaza".

Antes de aclarar qué quiere decir Shikantaza para que quienes no lo sepan puedan permanecer aquí sin tener que ir a buscar el significado en Google, me parece importante aclarar que para "pescar en el jacuzzi" del que estamos hablando no es necesario tener ni un jacuzzi, ni anzuelos ni caña.

Uno puede pescar en este jacuzzi tanto en su casa como abajo de un puente, en un parque o en una reunión de negocios.

Lo más liberador de esta experiencia, además de saber que no necesitamos nada que ya no tengamos para realizarla, es que tenemos la certeza de que nunca vamos a tener un pique, y, sin embargo, nos entregamos a ella con la inocencia de los niños y la audacia de los clavadistas mexicanos.

Shikantaza quiere decir, literalmente: Nada sino (shikan) precisamente (ta) sentarse (za). 

O sea, sentarse sin esperar nada.

Quienes deciden meditar en esta línea no esperan ni la iluminación, ni relajarse, ni encontrar pareja o hacerse millonarios.

Y esto no quiere decir que rechacen la idea de relajarse, encontrar pareja o hacerse millonarios, sino que cuando meditan lo hacen porque sí, sin explicación, solo para estar aquí y ahora y ver qué pasa.

Al comienzo y esta práctica puede ser dominada en un instante o después de muchos años, observan su
respiración sin intentar modificarla.

Eso, como comprobarás si lo intentas, es más fácil de decir que de hacer, pero lo interesante es que se puede hacer y te traerá casi tantos beneficios como pescar en el jacuzzi.

Después, cuando se cansan de tanto trabajo, abandonan cuerpo y mente y se quedan quietitos como sapos o gatos que esperan un ratón.

La gran ventaja que tienen quienes meditan, sobre todo sobre los gatos que esperan ratones, es que no esperan nada.

Ni siquiera esperan estar ahí sentados.

Están ahí.

Entonces, abandonan cuerpo y mente.

Oh, qué paz...

Por lo menos por un rato...

De ahí surge el poema zen que dice:

El antiguo lago
Un sapo salta
Plop!




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