El canto de los pájaros

Cuando empezamos a darnos cuenta de que las conversaciones más sublimes no tienen más valor que el canto de los pájaros, la niebla empieza a disiparse. De repente, comprendemos que la consciencia, así sea la de Krishna o la necesaria para resolver un crucigrama, no tiene en el universo mayor importancia que la capacidad de los camaleones para adaptarse a su entorno cambiando de colores según la ocasión. El Todo parece ser entonces una sopa en donde cada ingrediente es tan esencial como el caldo que lo alberga, aunque claro, siempre hay alguien que cree que un determinado elemento es más importante que otro, ya sea porque satisface más sus papilas gustativas o porque le da mayor sensación de saciedad. En lo que a mi respecta, ni se me ocurre discutir eso porque yo mismo, puestos a elegir, prefiero por ejemplo un buen plato de pasta a una sopa de caracol. Eso sí, ya que estamos, le pido por favor que conste en actas que digo "Sopa de Caracol" más por hacerme el gracioso citando la canción de Los Fabulosos Cadillacs, que apenas conozco, que por haber tenido alguna vez la experiencia de colocar una cucharada de una preparación tan repulsiva dentro de mi querido sistema digestivo—, dijo El Coreógrafo del Silencio cuando me vio, sin dejar de alimentar a las palomas del Parque Centenario con la alegría de un niño que ve que sus pequeñas acciones provocan grandes reacciones en seres alados que hasta ese momento no conocía.  

¿Cómo anda, Maestro?—, pregunté, para tratar de quebrar el ritmo de lo que intuía podía convertirse en un monólogo existencial difícil de digerir a las 11 de la mañana de un domingo de invierno.

—Mire, como decía el querido Julio, en la medida en que me animo a creer en algo, diría que bien. La verdad es que no me puedo quejar. Tengo donde protegerme del frío, tengo comida, Internet, llego al baño por mis propios medios, y ayer tuve un encuentro casi romántico con una profesional del amor... Antes de que se manifieste al respecto de este último punto, le pido por favor que no haga ningún esfuerzo para discutirlo porque no estoy dispuesto a ceder ni un milímetro de la alegría que en este momento me embarga ante la eventual  presión de un soldado del ejército de la duda y el temor a la muerte. 

—No, quédese tranquilo que aunque su conducta me pareciera imprudente no la pondría en tela de juicio porque entiendo que, como dice Bono, "somos uno, pero no somos lo mismo"—, dije, pensando que había desviado la conversación del sendero místico para aquel más amigable del pop rock y sus aparentes sabidurías instantáneas.

—Mire, no voy a negar que una vez me paré en la vidriera de una disquería de la calle Santa Fé para escuchar un disco completo de U2, pero esa frase no la celebro. Me parece que su único objetivo es hacer que el adolescente drogado medio piense que se le está ofreciendo algún tipo de conocimiento cuando en realidad apenas le están ofreciendo espejitos de colores. "Somos uno, pero no somos lo mismo"... cómo se ve que ese Bono nunca tuvo que trabajar...—, respondió el Coreógrafo, mientras les tiraba unas miguitas a las palomas más confianzudas, que ya a esa altura de la conversación empezaban a picotearle los piés y mostraban claras intenciones de subírsele a la cabeza.

—Bueno... para ser justos con los registros de la eternidad, me permito señalar que usted tampoco ha sido conocido como un obrero de la construcción...—, dije, sabiendo que podía estar abriendo las compuertas de infierno, pero sintiendo que era inevitable decirlo porque en ese momento era lo que tenía que hacer.

—Ahí es donde usted se equivoca y demuestra que no sólo no me conoce sino que además no me escucha con atención —, respondió.

—Maestro, me gusta a pensar que lo conozco y que lo escucho... tal vez hoy no estoy en el mejor día para discutir las características de la consciencia, pero lo escucho... me parece que estoy más para conversaciones tipo canto de los pájaros...

¿Ve cómo es porfiado? De eso le estaba hablando y me sale con que no he sido un obrero de la construcción... claro que fui, y soy, y a mucha honra, un obrero de la construcción... que no sepa cómo levantar una pared o que en mi destino, gracias a Dios, no se haya presentado la oportunidad de tener que acarrear bolsas de cemento, no quiere decir que no sea un obrero de la construcción de este universo maravilloso en el que nos movemos y tenemos nuestro ser. Bueno, claro, eso si pensamos que necesita ser distinto de lo que es o que está en algún tipo de proceso de construcción. En lo que a mi respecta, como le decía, me parece que se trata apenas una sopa infinita que no hace otra cosa que soñar con que alguien le de sentido comiéndola, venerándola o simplemente nombrándola, como nosotros ahora.

Ahí, aunque parezca mentira, se hizo un silencio. Me pareció que hasta las palomas habían bajado el volumen. 
El Coreógrafo estaba quieto, y yo también. 

Las palomas se movían, pero sin volumen, y los árboles no tenían hojas y ni viento había.

Del otro lado del lago había gente, pero no producían sonidos de ninguna especie. 

De los pájaros, ni hablar. No sólo no cantaban, parecía que ni estaban. 

Era como si el mundo se hubiera detenido.

 Yo sé que nuestros órganos de percepción son limitados —dijo redepente el Maestro, pero permita por un instante que su intuición le muestre el camino, la verdad y la vida, y vaya a comprar unos sanguchitos... y si es tan amable, también algo para tomar.. que todavía ni desayuné y ya me está exigiendo como si yo conociera y le pudiera revelar los secretos de la existencia... tenga un poco de piedad... 



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