Entrando en el embudo de lo posible

Uno quisiera abarcarlo todo, experimentar todo lo que parezca valer la pena, y, si fuera posible, que no hubiera pena.

Quisiera ser Dios, pero sin espinas.

Pero uno se ve obligado a entrar en el embudo de lo posible y, a medida que pasa el tiempo, no le queda otra que adaptarse a las circunstancias.

Sumado a eso, más tarde o más temprano, uno se ve obligado a enfrentar la misteriosa realidad de la muerte.

A uno se le revuelven las tripas y no sabe si resolverlo con vino, viendo películas, o haciendo un curso de origami.

Están, claro, los que optan por la vía del servicio social, o, simplemente, por abocarse a su trabajo, o a su familia, siendo buenos ciudadanos, casándose, teniendo hijos y, en fin, tratando de hacer del mundo un lugar mejor para todos, pero uno, que busca lleno de esperanzas el camino que los sueños le robaron a sus...

"Paremos, Alex. Sincerémonos", me digo, como si fuera varios y hubiera alguien que pudiera organizarlos.

"A vos, en este momento, no te interesa cómo les va a los otros. A vos lo que te interesa es que tenés las tripas revueltas. Para empezar, tendrías que tratar de relajarte. Meditación, respiración profunda... o ir a correr...", me sigo diciendo.

"Escribir es como el vino", dice uno de mis yoes.

"No, no", le responde otro... "es más tipo terapia.."

"Alex, Alex... si fuera como terapia, con todo lo que escribiste, no estarías con las tripas revueltas, lleno de miedo y sin saber qué hacer... autocompadeciéndote... ponete las pilas", dice otro.

Por suerte, puse un disco de Miles Davis y apareció Blue in green. Este tema siempre me calma.

"Es el apego... el querer que las cosas sean como uno quisiera que sean y no como son. Y lo que es peor... no saber cómo uno quisiera que fueran las cosas...", dice otro yo al que no le importa si a mi (que vaya uno a saber quién es ese al que ahora llamo mi) me calma Miles Davis o no.

Si a todo este paquete uno le aplica la danza, hay esperanza. 

Si no de resolver, por lo menos de fluir con más elegancia.

Creo que voy a tratar esa estrategia, la de la respiración y la calma.

Quién sabe? Tal vez mañana me enamoro y es como el vino y sigo avanzando sintiéndome como imagino que deben sentirse los zorzales o las orcas.



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