Variante Omicrón

Como si uno no tuviera ya bastantes problemas con sus propias miserias cotidianas, a las que se sumó el asunto del virus, ahora resulta que cada dos por tres aparece una variante nueva: Delta, Omicrón y la madre que las parió a todas.

—Lamentablemente, señor, no podemos dejarlo ingresar porque usted no tiene la vacuna contra la variante Gamma 324.

—No, espere un poquito, esa no la tengo, pero tengo la Gamma 323... me la dieron el mes pasado..

—Lo siento, caballero... ahora las vacunas son como las computadoras... hay que actualizarlas casi todos los días..

En un eventual futuro espantoso, a uno le venden junto con su pasaje de tren la vacuna del día, y para ingresar a su trabajo uno tiene que tomar la vacuna contra todos los males de este mundo, y eso es tan normal como el desayuno o los embotellamientos en las grandes ciudades.

Cansado de la nueva normalidad, me hice un barbijo inspirado en René Magritte que dice "Esto no es un barbijo".

O sea, acepto toda esta payasada, pero bajo protesta.

Y para la posteridad quiero que quede claro que yo tengo la oportunidad de irme a vivir al campo, lejos de esta película de terror en la que de repente nos vemos protagonistas, pero este gesto revolucionario no es sólo para defender mi integridad personal sino para reclamar la dignidad de todos.

No me sirve una buena vida aislado de un mundo enfermo. 

Vistos desde una perspectiva extraterrestre, o una terrestre un poco más imparcial, los seres humanos somos una raza con estructuras piramidales en donde los que están arriba sólo se preocupan del bienestar de los que están abajo en la medida en que les sirvan como soporte.

La fraternidad y la solidaridad son palabras lindas para usar en discursos o publicaciones de Instagram, pero muy poco practicadas.

El virus y sus incontables variantes podrían representar una oportunidad para despertar de esta realidad aún más espantosa, pero parece que no hay caso, que está en nuestra naturaleza. 

Somos como el escorpión que picó a la rana.

Toma tu barbijo y sígueme. 

No voy a ninguna parte, pero quiero caminar contigo.





 

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