Fondos virtuales

Muchas personas, agobiadas por la realidad, sueñan con un paraíso en el cual se imaginan acostadas en una reposera (o en una hamaca paraguaya), tomando un agua de coco o una caipirinha. 

Pocos se imaginan dirigiendo películas, creando bosques comestibles, siendo eurodiputados y creando leyes que beneficien a millones de seres humanos, etc. 

A la mayoría le alcanza con imaginar un lugar ideal en el que suponen que van a descansar y sentirse bien.

Confirmando esta suposición, hoy me enteré que hay un señor que se fabricó una especie de soporte para colocar el celular sobre la cama y, usando los fondos virtuales de Zoom o Skype, poder trabajar en posición horizontal mientras hace creer a sus interlocutores que está sentado en una oficina elegante.

Yo no estoy en contra ni de los avances tecnológicos ni del confort en general, pero creo que hay que encontrar un equilibrio.

El próximo paso, si consigue facturar lo suficiente para mantenerse sin moverse de la cama, será contratar a alguien para que le cocine y le de de comer en la boca. Eventualmente, para que le ponga una chata y elimine sus desechos en el baño.

Así su nivel de descanso será casi total. La única manera de superarlo sería conseguir empleados que trabajen por él, o alquilar propiedades, de tal manera de no tener que moverse nunca. 

Esta línea evolutiva, lamentablemente para aquellos que piensan que les traerá la felicidad que anhelan, no funciona.

No fuimos hechos para estar acostados todo el día. Eso no nos beneficia en nada.

Claro, trabajar 16 horas como chofer de Uber, o parado en la puerta de un banco, tampoco, pero es necesario encontrar un equilibrio entre actividad y reposo.

La modernidad nos da la posibilidad, por ejemplo, de crear un curso en video que pueda ser útil durante los próximos 30 años. De esta manera, nosotros trabajaríamos el tiempo necesario para organizarlo y después sólo tendríamos que preocuparnos por promocionarlo.

Si el curso fuera bueno, y se vendiera bien, aunque fuera para tener los abdominales como Cristiano Ronaldo, nosotros podríamos engordar 50 kilos, o hasta morir, y seguiría produciendo dividendos.

Y ayudando a las personas a tener buenos abdominales. 

Sería como un buen libro. A prueba de tiempo.

Así, una persona que viviera alejada de la civilización, y pudiera producir su propio alimento, y por
alguna razón tuviera acceso a Internet, podría disfrutar de los conocimientos de una civilización ya desaparecida.

Podría estar más sola de lo que supone.

Como decía Pappo en Pantalla del Mundo Nuevo: "la pantalla me lo cuenta con el desayuno, y es probable que no quede ninguno."

Por eso es tan lindo meditar o que te enjabonen la espalda.

Uno tiene la sensación de que está participando de algo que es de verdad.

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