Cristal líquido de la novena dimensión

Si no llegara, seguiría aquí, sin esperarla, sabiendo que su llegada es inevitable, porque de alguna manera ya llegó, está llegando, va a llegar, y porque no hay otro lugar adonde ir, y porque aquí no se llega sino que se es, y porque porque y porque sí.

Son las tres de la tarde, las ocho de la noche y las seis de la mañana, aquí y en todas partes.

Este instante es indestructible. 

Por más que detonaran en el centro de su corazón cientos de miles de bombas atómicas, no conseguirían modificar su esencia en lo más mínimo. Su peinado tal vez, pero su esencia no, porque al no tener forma es indestructible, inoxidable e inigualable.

Y cuando digo inigualable no quiero decir que no pueda haber otra parecida, sino que por su propia naturaleza esencial, unitaria, no dual, ya el hecho de pensar en otra cosa igual es algo que sólo es posible dentro de los fantásticos confines de la mente humana.

Decir que estoy sentado, tecleando estas palabras, no sería una mentira, pero decir que estoy al mismo tiempo acostado, corriendo, o cortándole las uñas a un tigre, tampoco.

Mientras escribo, veo estas palabras con tus ojos, y con los ojos de las hijas de los hijos de les hijes de les miserables y les felices que todavía no nacieron y no tienen ni idea que van a nacer porque como todavía no nacieron no tienen idea de nada. 

O sí, ¿yo qué sé?

No me vengan con que esto es así y así nomás, con que el sol tiene que salir por acá, a tal hora y punto. 

A mi me gusta construir y destruir universos antes de desayunar.

No tengo tiempo para bicicletas ni ideas fijas. 

A mi me gusta el viento en la cara, pero claro, como no tengo cara, uso la tuya, la de un hipopótamo, o la de un practicante de Ho'oponopono.

Bueno, aterrizando un poco, o tal vez despegando, quiero contarte que ayer conocí a unas mujeres que forman
parte de un grupo llamado Cristal Líquido de la Novena Dimensión, que, según ellas, es la fuente de la vida y el origen de todos los reinos existentes en el universo.    

Tomamos té y comimos tortas y emparedados..

No cerramos la velada haciendo el amor, pero no pierdo las esperanzas.


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