El amor después del amor

—Por las dudas de que por alguna razón se vea obligado por las circunstancias, o de que por propia voluntad decida aventurarse en la vertiginosa montaña rusa del amor en estos tiempos en los que nada parece tener sentido, le voy a dar un consejo, o tip, como le dicen ahora... lo único que le voy a pedir es que no me haga hablar de ese tema de por qué a los consejos les dicen tips porque si no nos vamos a ir por las ramas y vamos a privar a muchos de los jóvenes amantes que leen sus escritos efervescentes de herramientas que podrían ser esenciales tanto para su vida romántica como para su propio desarrollo personal—, dijo el Coreógrafo del Silencio.

—Ni se me pasó por la cabeza intentar hacerlo hablar de algo que no quiera, pero si no le molesta anoto la sugerencia en una libreta para que lo conversemos otro día porque los temas lingüísticos me interesan mucho... sobre todo el cunnilingus—, respondí.

—Me gusta su estilo. Hoy parece un periodista.

—Yo soy un periodista.

—Por favor, no empecemos... déjeme hablar y preste mucha atención que hasta es posible que usted encuentre algún provecho en esta sabiduría... Si no, hagámoslo por los chicos...

—Dele, me llamo a silencio.

—El hombre o la mujer que quiera relacionarse con alguien del sexo opuesto tiene que entender, o mejor dicho tatuarse a fuego en la conciencia, el siguiente concepto: Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus.

Después de decir eso, sabiendo probablemente que yo tenía muchos deseos de hacer un comentario, El Coreógrafo hizo un silencio bastante prolongado. Yo me mordí la lengua y no dije nada. Con mi mejor cara de jugador de póker japonés, lo miré a los ojos hasta que continuó.

—El hombre de Marte, si quiere seducir a una mujer de Venus, necesita presentar un personaje que ella pueda describir a sus amigas en pocas palabras. Por ejemplo: "Es médico. Trabaja en un hospital, pero también atiende en un consultorio privado. Tiene una Toyota Hillux blanca. Ah... y me muero, chicas... toca el piano". El personaje del profesional exitoso con un toque artístico es un clásico que siempre funciona bien. Algunas mujeres, sobre todo en la primera juventud, o después de su primer divorcio, pueden también interesarse por el personaje idealista, tipo: "Es director de cine independiente. Todavía no hizo nada mainstream, un poco porque no tuvo suerte y otro poco porque no le interesa, pero trabaja en una productora de cine. Creo que es camarógrafo. Ah... y me muero de amor... me lee poemas". Bueno, existen varios tipos de personaje que funcionan, pero lo importante es que hay que presentar un personaje que tenga una vida propia que más o menos funcione como señuelo cuando la mujer se lo cuente a sus amigas. Un hombre que vive con su madre y lo único que hace es ver series en Netflix, si quiere tener alguna chance de éxito, no puede presentarse tal como es. Tiene que fingir. Las mujeres necesitan la aprobación de sus pares y es por eso que no pueden llegar a una reunión diciendo que se enamoraron de un Don Nadie. Los hombres, por el contrario, sólo se interesan por su satisfacción sexual personal. Si la mujer que moviliza su sangre es estudiante de arquitectura, tarotista, empleada de comercio, costurera o empresaria, le da igual. Si trabaja o no trabaja, es un tema que para él no tiene ninguna importancia. Lo único que le interesa es que cuando la ve todo su ser quiere hacerle el amor. Es por eso que Eric Clapton se enamoró de una moza en Buenos Aires, y que tantos millonarios se enamoran de chicas que no tienen ningún talento extraordinario, mientras que al día de hoy todavía no se conoce el caso de ninguna modelo de ropa interior que se haya interesado por un albañil desempleado.

—¿Ese es el consejo?—, pregunté.

—Sí, ¿Qué?¿Le parece poco?

—No, poco no. Lo veo un poco retrógrado. Tal vez hace cincuenta años era bueno, pero ahora las cosas cambiaron. No sé si usted sabe, pero ahora los roles no están tan definidos como antes. Es todo un poco más libre.

—Querido... esto es sabiduría atemporal... y me atrevo a afirmar que, con las debidas adaptaciones, se ajusta perfectamente a cualquier relación que pueda darse dentro de la comunidad LGBTQIA+, o en cualquier otra comunidad que haya existido o vaya a existir en el futuro. Incluso creo que son conceptos tan universales que podrían aplicarse en cualquier lugar del cosmos en donde haya seres que tengan sexos opuestos, independientemente de con quién decidan relacionarse—, dijo El Coreógrafo. 

—Mire... la verdad es que hoy no estoy para seguir discutiendo. Ya tuve una discusión con mi novia...

—¿Le dijo que es periodista?

—No.

—Digaseló. Le va a encantar. Digalé por lo menos que empezó a estudiar, que quiere hacer una diferencia en el mundo, que quiere darle voz a los que no la tienen. Compresé una boina, dejesé la barba, consigasé una armónica. Ofrézcale un personaje y va a ver que responde. Es una ley natural. Si usted le dice que lo único que hace es venir a la plaza a conversar conmigo, la chica no tiene argumentos de venta. Sea bueno. Dele algo de lo que ella pueda agarrarse para amarlo.

—No le quiero mentir...

—No es mentir, querido, es amar. Y si tiene tantos escrúpulos, conviértase en el personaje de verdad, pero entienda de una vez por todas que usted no puede llegar al amor con las manos vacías. 


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