No somos nada

Somos algo. 

Eso es indiscutible. 

Puedo aceptar que no somos el cuerpo, incluso me atrevo a decir que entiendo que no somos ni nuestros pensamientos ni nuestras emociones, pero si soy honesto, aunque no sepa qué, tengo que confesar que estoy convencido de que algo somos.

Me acabo de despertar. Estaba soñando a todo vapor. En cuanto me desperté, supe que era temprano. Pensé que eran las cuatro. Estaba transpirando. Tomé dos vasos de agua, prendí el aire acondicionado y orienté mis testículos hacia la corriente de aire frío.

En esa especie de posición fetal del hombre moderno me puse a pensar quién soy y qué estoy haciendo acá. Pronto llegué a la conclusión de que no soy nada, o de que soy un dibujito en el holograma de un ángel que tiene a su cargo una galaxia. 

Meditando y meditando, mientras me iba enfriando, continué con esa línea de razonamiento hasta que llegué a la conclusión de que había llegado a la conclusión anterior por uno de dos motivos: o estoy iluminado o tengo baja la autoestima.

Me incliné por la segunda opción. También, con las señoras que gustan de mi en Tinder tendría que ser un iluminado para mantener alta la autoestima.

Me di cuenta de que toda esta situación haría una excelente entrada en este diario blog, así que prendí la luz, la computadora y empecé a teclear, no sin darme cuenta antes, con espanto, que todavía no son las dos de la mañana.

¿Qué pasó? ¿Por qué me desperté tan temprano?

Bueno, ¿qué importa? Comparado con el descubrimiento existencial de que puedo estar iluminado o sufriendo una crisis de autoestima, despertarse a las dos de la mañana o a las siete parece un tema menor.

No hay nada como poner los pensamientos por escrito. Ahora que lo pude expresar ya no me importa si somos algo o no, si tengo la autoestima alta o baja. Mi temperatura corporal se estabilizó y después de haber organizado estos pensamientos en oraciones y párrafos estoy sintiendo que se me cierran los ojos.

Espero poder dormir hasta que abran el comedor para el desayuno.

Si no, termino de ver Caperucita Roja con Amanda Seyfried y Gary Oldman, que ayer la tuve que dejar en el momento en que salen para cazar al lobo porque había un problema con la señal de Internet.

Con estos problemas que tengo, ¿cómo podría pensar que soy algo?

Bueno, no voy a ser tan duro conmigo mismo. 

Después de todo, estoy de vacaciones. 



  

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