Wanda Nara

Me desperté llorando. 

En seguida me acordé de que era yo, y de que tenía un cuerpo, y de que fui al Colegio Nacional de Buenos Aires, etcétera, y lloré un poco más, de manera más consciente, no sólo porque al acordarme de todas estas cosas me acordé también de que en algún lugar la muerte me espera, sino porque también me acordé de porqué estaba llorando en el sueño.

Como suele pasar, dormidos o despiertos, un suceso trivial disparó una crisis existencial. 

Los sábados a la noche, gracias a la magia de las telecomunicaciones, hago desde Brasilia un programa de radio en Bariloche, junto a una compañera que vive en Aspen, Colorado, en los Estados Unidos. Ayer fue nuestro primer cumpleaños. Lo celebramos recordando algunas de las cosas que habían en los programas, escuchando músicas festivas y trayendo algún contenido periodístico para poder conversar usando como base algún tema de interés general. 

General Paz.

Es importante destacar que ayer, además de nuestro cumpleaños, fue también el de Charly García, y hubiera sido, en caso de que siguiera vivo, el de Federico Moura, de Virus. Esto parece no estar directamente relacionado al asunto que estamos tratando, pero creo que indirectamente está directamente relacionado.

Relaciones peligrosas.

Como yo tengo un Talón de Aquiles, una debilidad emocional que me lleva a interesarme por la farándula argentina, me vi obligado a hacer un comentario sobre la problemática que enfrentan Wanda Nara, Mauro Icardi, la China Suarez, y todos aquellos que de alguna u otra manera están involucrados en este ida y vuelta de "te sigo en Instagram, te dejo de seguir, yo dije, vos dijiste y ella me dijo".

Ahora nos estamos acercando a la tristeza original, a la del sueño que te decía al principicio.

Ala del sueño.

Como hace un año que hago comentarios sobre la farándula argentina, una o dos veces me encontré con declaraciones de Wanda Nara que me llamaron la atención. La que acabó con mi paz fue aquella en que la mediática (como me gusta decir la mediática... es la descripción perfecta para este nuevo tipo de ser humano que sin tener ninguna característica destacable se especializa en ejercer la fama por la fama misma) contó cuál era su fórmula de la felicidad marital y lo esencial de su método era que preparaba unas milanesas fantásticas para recibir a su marido después del entrenamiento y que era "la mejor" en la cama.

Lo que me deprimió fue eso.

La chica, que prepara milanesas y es la mejor en la cama, se encuentra redepente con la noticia de que la mujer de los sueños de su marido no es ella sino otra, en este caso, la China Suarez.

O sea, Wanda, cuyo mérito o moralidad no está en discusión en este ensayo, da lo mejor de si misma para mantener su matrimonio funcionando y se ve obligada por la realidad a despertar al hecho de que eso no es suficiente.

Puedes hacer todo bien, pero siempre existe la posibilidad de que te caiga un piano en la cabeza.

Es como lo de Halyna Hutchins, la directora de fotografía asesinada por error por Alec Baldwin durante la filmación de la película Rust. Era una chica talentosa, simpática, con una vida brillante por delante, y un descuido acabó con su futuro en un segundo.

Claro, la problemática de Wanda y Mauro es menor. Lo de Halyna fue una tragedia y lo de estos muchachos es una tragicomedia. 

Lo que pasa es que la tragedia puede a veces afectarnos menos que la tragicomedia. 

La tragedia tiene el gusto de lo inevitable, mientras que la tragicomedia nos pone más en contacto con nuestra propia responsabilidad. 

Las cosas podrían ser mejor, pero no lo son.

Parece que Wanda Nara tiene nueve millones de seguidores en Instagram. ¿Quiénes serán? ¿Qué pensarán a la mañana cuando se levantan? ¿Qué los motivará a seguir adelante? ¿Serán los comentarios de Wanda, o su relación con ella a través de Instagram será para ellos apenas una diversión efímera?

Miro a la cama. Mi compañera está hibernando. Gracias a Dios no ronca, porque eso sería causal de divorcio. De todas formas, sé que no puedo contar con ella para compartir los detalles de esta aventura farandular. Es brasileña. No sabe quién es Wanda Nara. No le interesa. Y lo que es peor, creo que ni siquiera le interesa lo que a mi me interesa de la historia de Wanda. Es por eso que tengo que venir aquí para lanzar esta botella al océano digital. Creo que me usa como un objeto sexual, como un enroque siniestro del destino impalpable.


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