El origen del asunto

La primera pregunta que podríamos hacernos es si tiene un origen o no. 

Esta pregunta ya desafía todo lo que damos por supuesto porque para nuestro cerebro maravilloso, o para nuestra mente, si te gusta más hablar de mente, demente, o de menta, todo lo que es tuvo un origen y está condenado a tener un fin. 

El asunto es que si profundizamos un poco nos damos cuenta de que es muy difícil, por no decir imposible, llegar al origen de un rulero, una planta o un saco.

Uno puede saber cuando algo fue fabricado, o cuando creció, etcétera, pero en el fondo es como el huevo y la gallina, de dónde vino el material para fabricarlo, y de dónde la máquina, y de dónde el obrero, la semilla.

Como esta pregunta no la podemos contestar, pasamos a la segunda. Si en esta prueba nos sacamos un cuatro, somos afortunados.

La segunda es si vale la pena o si es necesario saber cuál es el origen del asunto. Uno puede usar su teléfono celular con la destreza de un adolescente y no tener ni idea de cómo es posible que un aparato relativamente tan pequeño haga tantas cosas maravillosas. Y, si se me permite una pequeña digresión, y claro que se me permite porque acá el que escribo soy yo, YO SOY, te invito a que pensemos una cosa: imaginate el tamaño de la semilla de un hombre y acá estamos vos y yo, que sabemos cocinar, hablar idiomas, jugar al póker y tantas otras cosas.

Entrando ya en un terreno personal, te cuento que a mi me interesa.

En estos días estoy leyendo a Jim Rohn y a Sri Nisargadatta Maharaj. Una de cal y una de arena. Yin y Yang.

En el centro del huracán está siempre YO SOY.

La tercera pregunta es: en caso de que sea posible conocer el origen del asunto, y que yo, o algo que se le parezca a yo, sea capaz de conocerlo, ¿habrá más cambios que los que habría si no lo conozco o será como dicen los chinos que antes de la iluminación transporto agua y después de la iluminación transporto agua?  

En estas cosas pensaba cuando me levanté y para exorcisarlas me pareció que lo más prudente sería venir a escribir mis devaneos, de manera de organizarlos en un todo coherente que sirva en el futuro como plataforma para una eventual investigación sistémica patrocinada por un grupo de esquimales rebeldes way.

Ahora llegó la hora de comer las ciruelas que tengo en remojo desde ayer (esta es una costumbre que tomé de mi madre y que me parece que es útil tal como ella afirmaba para mantener el buen funcionamiento del tracto digestivo y asegurar una buena evacuación) y de ver cómo puedo aprovechar al máximo este día que ya está brillando con todo su esplendor.




Comentarios

Entradas populares