La divina comedia

Satanás, Belcebú, Lucifer, Baphomet, o como quieras llamarlo, estaba al borde del abismo más abismal que uno podría imaginarse si se le diera por imaginarse un abismísimo sin principicio ni Huckleberry FIN. Estaba dispuesto a saltar para terminar de una vez por todas con su existencia.

Estaba cansado de las fiestas, las drogas, las iniciaciones y las resurrecciones. Cansado de la moral, los castigos y las recompensas. Cansado de ser El Diablo, pero no porque quisiera ser otra cosa sino porque estaba cansado de ser en general. 

Dios lo miraba desde una nube y sacudiendo la cabeza pensaba: "Este chico no aprende más. Es un eterno adolescente."

La Virgen María, que le estaba planchando una camisa al Arcángel Miguel, que se había comprometido a hacer de padrino en las bodas alquímicas de unos seres extrañísimos que lo habían contactado por vía telepátika desde una galaxia cercana a aquella en la que él tenía su residencia de invierno, La Virgen María, decía, le decía a Dios: "Dale, Ché, no seas así... está bien que el chico es medio raro, pero tenemos que aceptarlo como es... después de todo, el responsable sos VOS... el asunto del libre albedrío no te lo cree nadie..."

Ahí Belial, Samael, Yaldabaoth, o como quieras llamarlo, que estaba escuchando todo, porque por un lado el cielo es enorme, pero por el otro es muy chiquito, les dijo: "Ché, paren un poco, déjense de jugar con los sentimientos ajenos... a ustedes le parece que no duelen, pero a nosotros nos duelen un montón...".

El Arcángel Miguel, que no estaba de muy buen humor porque se había comprometido medio por compromiso, apoyó al Príncipe de las Tinieblas con un rotundo: "Dale, Pa, hacé un biribú y volvamos a antes del Big Bang... ahí sí que estábamos bien... era medio apretado, pero era tranquilo... vivir cansa, Pa".

Dios se agarraba la barba y sacudía la cabeza... ¿qué hice mal? se preguntaba...  

Así pasaban las horas, y en la Tierra y en el Cielo era tu cumpleaños y era el Día de la Patria y yo seguía sin saber nada de vos y muy poco de mi.

Así que di un paso al frente y me lancé a la aventura y aquí estoy, todavía sin saber qué hacer.



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