Ansiedad

Construimos muros para protegernos en una época en la que pensábamos que la ansiedad en sí misma era una amenaza para la vida, pero en algún momento, si somos afortunados, descubrimos que podemos tolerarla, usarla de maneras creativas y aprender de ella. 

En algún momento nos damos cuenta de que podemos vivir sin agradarle a nadie, sin que nos comprendan, podemos cometer errores y sobrevivir, podemos sentirnos mal y hacer lo posible para sentirnos mejor después sin que esto ponga en riesgo nuestra supervivencia.

Al abandonar el objetivo de evitar el malestar tanto como sea humanamente posible y por todos los medios necesarios, nos liberamos para perseguir nuevas visiones que no tienen que ver con la ausencia de sufrimiento sino más bien con la búsqueda de la plenitud, la conexión y las cosas que hace que la vida valga la pena. 

¡Qué alivio! 

Nos damos cuenta de que no sólo podemos derribar nuestros muros, sino que podemos hacerlo independientemente de si la ansiedad desaparece o no. 

Podemos vivir vidas hermosas y plenas conviviendo con una buena dosis de ansiedad en lugar de sentir que tenemos que evitarla. Incluso podemos llamarla entusiasmo, deseo, ganas, o como más te guste.





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