Paparazzi

tiqui tiqui de la nada aparece la hormiguita, o el mosquito. Bueno, de la nada no, de algún lado vienen, pero para uno es como si vinieran de la nada, porque no los espera en su cuarto de hotel, en su cuarto de hora, en su baño de algas,

Nota: disculpame, tengo que parar. para escribir puse unas frequencias binaurales de creatividad y ya enseguida me di cuenta de que no era necesario, que puedo escribir igual de bien o de mal que ahora escuchando una música un poco más estimulante. voy a buscar otra cosa y vuelvo... 

Ahí está... Miles Davis... como en los viejos tiempos.

Pasó mucha agua bajo el río desde que estaba en la calle Suipacha, en el primero P, ahí donde el cartero un día caminó por el pasillo para traerme una encomienda y me preguntó si tenía salida por Esmeralda. La verdad es que ya ni me acuerdo si era Esmeralda u otra calle. Tengo un recuerdo difuso de Buenos Aires. No es que si voy no me acuerdo de nada, pero ahora me parece como un sueño. Estoy en Brasil, en un parque nacional a 1000 kilómetros del mar.

A pesar de este aislamiento geográfico y social, estoy escuchando a Miles Davis, igual que entonces, con pocas certezas, igual que entonces, bebiendo agua en vez de whisky, a diferencia de entonces, pero respirando más profundo kentonces. Algunas respiraciones son tan lentas y tan profundas que pienso que así debe ser la iluminación, una especie de limbo rock en donde a uno ya no le importa más nada.

En la India lo llaman desapego, en sudamérica me chupa todo un huevo.

Qué lindo. 

¿Por qué habré dejado de escribir si me gusta tanto? El blog es fantástico, y más ahora que me leen tres náufragos que deben llegar a estas costas por error y se van sin decir ni buenas noches y que yo ya perdí toda esperanza de ser un escritor famoso, un músico famoso, un empresario famoso, o un famoso de cualquier tipo. Ahora la única esperanza que tengo es que pase algo más interesante que maravillarme por la lluvia o los pajaritos, o por esta respiración profunda que es mi nueva marca registrada y es un oasis de paz y da una sensación muy especial en la que es casi imposible diferenciar si uno se siente muy vivo o muy muerto.

En México algunos andan con calaveras. Acá donde estoy, no, la gente parece más simple. Algunos van a la Iglesia, sí, pero calaveras, no. Hoy le quise contar un chiste a un muchacho sobre cómo se decía estrella fugaz en la lengua de los cavernícolas y me preguntó qué era una estrella fugaz. Había una chica que le explicó, pero no sabía lo que eran los cavernícolas. Así no se puede contar mi chiste. 

Hay que tener algún punto de contacto para poder reírse de un chiste. 

Claro, si yo me hubiera puesto a bailar sobre la mesa, seguro se hubieran reído, pero yo quería contar lo de la lengua de los cavernícolas. Por las dudas que no lo conozcas, es así: uno señala con el dedo y dice aaahhhh.... así se dice estrella fugaz en cavernicola.

Qué lindo. 

Miles Davis y escritura insensata. 

Sólo falta el whisky. 

Es verdad que ahora me parece un poco violento, pero me parece que voy a conseguir una botella. En definitiva, existencia es violencia, y esto no es un concurso para ver quién vive más. 

Yo ya me embriago de gato, de laguna, de pajaritos, de respiración, etc, pero me acuerdo que de vez en cuando también es lindo atontarse un poco con whisky y escribir o cantar o no hacer nada, y pasar un buen rato y después decirle a la muerte ji ji.

Claro, no es mucho, no es la vacuna contra el aburrimiento, ni el plan que erradique la tristeza, pero es algo, es el granito de arena que uno le aporta a la construcción del universo. No sea cosa que uno se encuentra con Dios, te pregunta que hiciste y vos le decís: logre sobrevivir 100 años. 

Tampoco es que esté mal sobrevivir 100 años, pero parece medio sin sal, medio descremado, excesivamente prudente. 

Es mejor poder decir un día me puse una nariz roja y fui al banco y no me dejaron entrar y los mandé a todos a la mierda y me mojé en la lluvia y no me importó que algunos me confundieran con un sin techo y me ignoraran, porque no me importaba y porque después volví a mi casa, me bañé, me puse mi mejor ropa y fui a ver a una profesional del amor. Los dos fingimos lo mejor que pudimos y cuando salí comí una pizza y un helado, y volví a mi casa, jugué al ajedrez con la máquina y me acosté pensando en lo inútil que es todo, y pensé en darle un punto final a mi existencia, pero resistí la tentación. 

"Vamos a llevar esto hasta el final", me dije. "Después de todo, no está tan mal."

Peor están los muchachos que están en la guerra, o los que no tienen ni Miles Davis, ni computadora, ni posibilidad de contratar a una profesional del amor o comer una pizza y un helado.

Yo conozco el refrán que dice "mal de muchos, consuelo de tontos", pero también conozco otro que lo contrarresta y ahora no me acuerdo cómo era, pero creo que entendés la idea.

Quiero decir que todavía no es muy difícil ver el vaso medio lleno. 

Así que ahí vamos. Creo que como retorno del escritor que estaba durmiendo y dispuesto a no teclear nunca más una palabra en nombre del arte insensato, esto estuvo bastante bien.

Ah... y ayer se recuperó también el panadero. Hice unos panes que pensé que no iban a levar, pero
levaron muy bien y la gente como de costumbre me felicitó y me pidió la receta. Yo insistí en que es lo más fácil del mundo, pero no hay caso, debe haber algo ahí que tengo que trabajar. La gente ama mi pan. Yo no le veo nada de especial, sólo me gusta hacerlo y verlo y comerlo, pero no lo siento tan bueno como para recibir tantos halagos.

Si la gente disfrutara de mis escritos efervescentes el 10% de lo que disfrutan de mi pan, estaría tecleando estas palabras en alguna playa paradisíaca, acompañado de una admiradora que me dijera que soy un genio y me deseara como si yo fuera el mejor amante del planeta.

Sería millonario, claro, y usaría anteojos de sol, no porque me guste, sino para pasar desapercibido y poder disfrutar de las cosas simples sin que me persigan los paparazzi.